El martes 25 de enero se realizará el último adiós a Guillermo Rifo, un músico sin fronteras

24 de enero de 2022


Compositor, percusionista y docente, fue el creador de la primera cátedra de Percusión del país, en 1969 y en la Universidad Católica. Murió el domingo 23 de enero, a los 76 años y deja un legado de más de 200 obras estrenadas, cientos de arreglos, conjuntos pioneros y una certeza: “Para mí la música es una sola, la que me gusta y la que no. La mala es la que no me hace feliz”. Su funeral se realizará el martes 25 de enero a las 16:00 en el Parque del Recuerdo.

Su deceso, el domingo 23 de enero, fue lamentado por el mundo musical chileno en su más amplia diversidad. Porque Guillermo Rifo no sólo no reconocía fronteras entre las músicas, sino que transitó durante toda su vida todos los espacios creativos e interpretativos imaginables. El premiado compositor, virtuoso intérprete y reconocido formador hubiera cumplido 77 años de edad el próximo 16 de febrero. La despedida de Guillermo Rifo se desarrollará el martes 25 de enero. A partir de las 9:00 horas se realizará su velatorio en la Parroquia La Natividad del Señor (avenida Ossa 479, La Reina, metro Simón Bolívar). El funeral se realizará a las 16:00, en el Parque del Recuerdo Recoleta (ver datos aquí)

“Yo amo la música, no hago distingos. Para mí la música es una sola, la que me gusta y la que no. La mala es la que no me hace feliz. Y entre las que me hacen feliz, está desde la música del Renacimiento, pero también escucho jazz y cantantes de baladas, tal como escucho a la Sinfónica de Chile en obras de compositores actuales. Si son nacionales, mucho mejor. Ahí reconozco que soy un poco fanático. Me gusta la música que se compone en Chile y me encanta oírla”, declaró en una entrevista, a los 60 años, a Radio Beethoven, que fue publicada en la Revista Resonancias del Instituto de Música UC (ver aquí).

Su producción como compositor supera las 200 obras estrenadas e incluye música de cámara y sinfónica, partituras para el cine, la televisión y el ballet. Como intérprete, abordó un amplio repertorio que va del Renacimiento a la música contemporánea, con énfasis en la fusión latinoamericana y estrenos nacionales. Entre sus obras más reconocidas se cuentan Puente del Arzobispo, Cueca del Cerro, Al sur del mundo, Campo minado  y Cuarteto del Final.

“Soy una persona que escribe música siempre pensando en mi tierra, en lo largo de Chile, desde la pampa, el desierto, hasta el sur. Cuando compongo algo siempre estoy imaginando un paisaje. Es una forma mía muy íntima de trabajar. Y siempre está presente el ancestro indígena”, comentó en 2005.

Percusionista y timbalista de la Orquesta Sinfónica de Chile desde 1964 hasta 1993, Guillermo Rifo es considerado el primer vibrafonista de jazz chileno y fundó tres agrupaciones pioneras y de referencia en nuestro país: Aquila, en 1973, con Sergio Meli; Hindemith 76, sexteto de música contemporánea y fusión lationamericana, en 1976, y en 1978 Latinomusicaviva, conjunto de fusión de las músicas folclóricas, clásica y el jazz que tuvo una segunda vida en 2013.

En 1969 Guillermo Rifo fundó la cátedra de Percusión en la Universidad Católica. Tenía 23 años. “No existía en Chile un conjunto de percusión es en una universidad y se me ocurrió hacerlo. Entonces Fernando Rosas me dijo: ‘bueno, hazlo’. Así de simple”, contó en 2005. “Es una cosa con el paso de los años agradezco mucho, porque confiar en un ser de 23 años para una cosa de tanta responsabilidad hoy día me parece casi demencial. Y más encima confiar en un ser que es tartamudo, en alguien que tenía muchos problemas para comunicarse, por lo menos verbalmente, fue algo que hoy día lo valoro ni te cuento cuánto”, enfatizó.

Guillermo Rifo fue académico del Instituto de Música UC hasta 1982, y también enseñó en la Universidad Católica de Valparaíso, Universidad de Chile y la Escuela Moderna, donde fue director académico, enseñó composición por 23 años y además creó dos carreras: Arreglos y Composición en Música Popular e Instrumentista con mención en Música Popular. “Me encanta escribir arreglos. Es mi vida”, decía en 2005. Escribió cientos de arreglos, entre ellos los de “Violeta Parra Sinfónico”, espectáculo con el cual itineró por el país conduciendo además a la Sinfónica Universidad de Concepción, y también trabajó con Los Prisioneros, Congreso, Los Jaivas, Emociones Clandestinas, Aparato Raro y Dracma.

“Lamentablemente, y lo digo con bastante pena, existía y existe aún una diferenciación entre la música clásica y la popular. A los que les gusta una son detractores de la otra, unos dicen que una es mala y que la otra es buena, que una es muy simple o que la otra es más compleja. Siempre intenté hacer carreras de música popular por una razón bastante obvia: en los países más desarrollados se estudia la música popular en forma académica, ¿por qué no hacerlo en Chile?”, enfatizaba Guillermo Rifo.

Guillermo Rifo estuvo activo toda su vida. Foto: Archivo Familiar.

Recibió el Premio a la Música Nacional Presidente de la República en 2010, en categoría docta, y tres premios Altazor. Entre sus publicaciones se cuentan Solfeo Rítmico y Teoría Musical Básica. En 1998 integró la Comisión Presidencial en Materias Artístico-Culturales. Dirigió a las orquestas sinfónicas de Chile, Universidad de Concepción y de Antofagasta, de Cámara de Chile, Universidad de La Serena y Usach, además del Ensamble Bartok. Hasta hace muy poco, diversas agrupaciones del país le comisionaban obras.

Guillermo Rifo se apasionó por la música a los 6 años, cuando le regalaron una radio de tubos Emerson, que escuchaba, escondido, hasta las cuatro de la mañana. “A los diez años, empecé a obligar a mi madre, como buen hijo único, a que me llevara a los auditorios a ver estas cosas en vivo. A esa edad, pude ver a la orquesta de Vicente Bianchi en la radio Cooperativa, a Sonia y Myriam, a Lucho Gatica, cosas que aún hoy día las sigo encontrando maravillosas”, contó en 2005.

Su padre escuchaba ópera, y en la casa tenían discos con el Bolero de Ravel y también obras de Debussy. Reveló igualmente que la experiencia que más lo impactó fue un concierto por radio, cuando “se empieza a escuchar una música que me volvió loco, porque sentí que esa música era la calle Huérfanos esquina Bandera. Y cuando termina, el locutor dice que se acababa de escuchar una obra de Roberto Falabella. Mi emoción fue muy grande al descubrir a los doce años que ese compositor era chileno. Fue un impacto emocional y sigue siendo fuerte ahora, en este minuto. Me enamoré de eso, yo quería hacer eso, necesitaba vincularme con el mundo de la música de alguna manera”. Estaba decidido, sería baterista y percusionista. “No sabía si quería tocar boleros o música sinfónica, pero quería estar ahí”.

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