13 de agosto de 2020
Luciano Correa Barraza (1995) ha participado en concurso de composición en paralelo a sus estudios. “Me he acostumbrado al ritmo de estar con la cabeza en dos cosas, y me funciona, me retroalimenta picotear de los dos lados”, reconoce. Foto: Archivo Luciano Correa.
El concurso “Franz Schubert and Modern Music” de la Universidad de Graz eligió la obra Vértigo, de Luciano Correa, para que sea estrenada en febrero próximo.
Luciano Correa Barraza (1995, Antofagasta) está cursando el último semestre de la Licenciatura en Música, mención Composición, en el Instituto de Música UC, con el profesor Miguel Farías, y acaba de dar un significativo paso como creador: su obra Vértigo fue elegida por el jurado de la competencia de composición asociada al Concurso de Música de Cámara “Franz Schubert and Modern Music”, que se realizará en febrero próximo en Austria.
Organizado por la Universidad de Música y Artes Escénicas Graz, la convocatoria era para componer un lied, es decir, una obra para voz y piano, y el jurado entregó dos primeros premios: uno para el compositor chileno y otro para el italiano Gianluca Iadema, quien se inició como pianista y ahora se está especializando en música computacional en esa misma universidad, ya tiene obras grabadas en discos y comisiones de ensambles como el Wien Modern. Participaron más de cien partituras.
La Kunstuniversität Graz, centro relevante de la música contemporánea en Europa, convocó al concurso. FOTO: www.kug.ac.at.
Las dos obras ganadoras serán piezas obligatorias en el concurso de interpretación “Franz Schubert and Modern Music”, que se realizará en febrero próximo en Graz, y sus autores están invitados al estreno. “La obra de Luciano Correa se va a estrenar en Austria, con un público interesado por la música contemporánea, y además habrá muchos intérpretes que se van a interesar en retomar esta obra después. Esto te instala en la entrada de un posible inicio de carrera, ya a nivel profesional”, comenta Miguel Farías.
“Al ser un concurso de composición de lied, tiene que ver con la tradición que sigue a Schubert vinculada a la música contemporánea, es decir, invita a replantearse esta alineación que ha existido durante tantos siglos”, agrega el profesor del IMUC.
Esa instrumentación fue justamente lo que atrajo a Luciano Correa. “Me gustan muchísimo los formatos de cámara que involucran voz, y ésta en particular es la expresión más cruda de eso, voz y piano. Me interesa el lied, creo que es muy bonito pensar hoy en este género, con la perspectiva de muchos años de historia de la música y ver cómo se relaciona con lo que hacemos hoy”, comenta el joven compositor.
“Debo admitir que la figura del concurso me genera un cierto resquemor; no me gusta tanto la idea de competencia, pero sí me gusta probarme, obligarme a trabajar en ciertos formatos, en ciertos temas, en base a ciertas cosas. Y los concursos son una oportunidad concreta de trabajar en torno a algo específico; te obligan a tener límites, a transar en base a eso, a direccionar tu trabajo”, explica Correa.
Antes de ingresar a Composición en la UC -donde primero fue alumno de Aliocha Solovera y luego de Miguel Farías- estudió tres años de Antropología en la Universidad de Chile. Estaba en 5° Básico del Liceo Experimental Artístico de Antofagasta cuando empezó a aprender violín. “Después fui pasando por varios instrumentos. Pero nunca pensé en estudiar música para ser un profesional. Cuando estaba en Antropología, de repente me hizo click”, recuerda.
Para el concurso austríaco, debía elegir un poema de una de dos autoras vivas: la húngara Kinga Tóth y la cubana Alessandra Molina. Correa eligió a esta última. “Me gustaron un montón todos sus textos, y ocupé uno que le da nombre a la obra y que se titula Vértigo. Básicamente es como un retrato de un pájaro que cae”, cuenta.
Entrega, además, luces sobre su proceso creativo: “Fui elaborando, muy centrado en el texto, mi obra, que trabaja harto texturas que llamo ‘pajarísticas’, siempre mirando a referentes como Olivier Messiaen, pero con la perspectiva que da el presente. En el fondo, trato de retratar, metafóricamente, el carácter del texto y de lo que habla”.
—Es muy interesante que interpreten su obra, ¿no?
“Sí, es increíble. Las experiencias que he tenido trabajando in situ con intérpretes han sido muy enriquecedoras; siempre salen cosas nuevas y se aprende mucho. Es alucinante pensar que alguien de otro país vaya a interpretar una obra que uno compuso en su casa en Chile. Eso genera un sentimiento bien particular. Espero aprender mucho de esta experiencia”.
Este es el primer concurso en el extranjero en el cual Luciano Correa participa. Pero antes ya obtuvo premios en dos certámenes nacionales: en 2018, en el de la Orquesta Marga Marga, con Espejo y bandada, y en 2019, en el de la Orquesta Barroca NuevoMundo, con Rasgado. Esta última, cuenta, planteaba como requisito “trabajar en base a alguna tradición musical propia de lo que llamamos Chile, y yo trabajé en base a Bailes Chinos”.
Cuenta que le interesó esa práctica musical dancística y religiosa, que fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco y que supera los 300 años de tradición, por sus flautas. “Su sonido es muy bonito, es muy particular. Es una cosa constante que nosotros consideramos disonante, pero es hermoso cuando los propios chinos dicen ‘esta flauta suena muy lindo’, porque subvierte la idea de qué es lo que suena bien qué es lo que suena mal”, reflexiona.
Los concursos, aclara Miguel Farías, les permiten a los compositores algo fundamental: probar la partitura. “A veces no es tan importante si lo que tú quisiste decir es más interesante que lo que los otros, pero sí es importante que eso que quisiste decir esté extremadamente claro en la partitura, y eso se ve en un concurso. Si no está claro, el jurado, que revisa cien partituras, no lo va a ver”, detalla.
—¿Qué destacaría de Luciano Correa, como su profesor?
“Es bastante trabajador, bien talentoso y curioso. Siempre está buscando, en cada obra, enfrentarse a cosas que no se había enfrentado. Eso me gusta, y varios de los estudiantes son así. No repiten en cada obra lo que ya resolvieron en la escritura, sino que lo dan por pasado y siempre están buscando cosas nuevas. Luciano, por ejemplo, en la pieza de ensamble que hizo en paralelo a esta pieza, para el ramo de Composición VII, buscó sonoridades bien especiales, se arriesgó bastante, trató de hacer algunos cánones como con ruido, cosas que no había hecho. En general, esta generación es bien adelantada, están escribiendo bastante mejor de lo que se podría suponer”.
—¿Las nuevas generaciones de estudiantes de Composición están aprovechando una nueva libertad porque hoy no se sienten obligados a seguir una u otra escuela, una estética en particular, que excluye a las otras, como sucedía antes?
“Sí. Y eso se refleja no sólo en su libertad. Como están en un período de formación, es vital que tengan buena técnica; tal como un pianista no saca nada con tener la mejor sensibilidad musical si no tiene ‘dedo’, si no toca bien. Acá pasa un poco lo mismo. Y se nota que no están perdiendo el tiempo en encerrarse en un estilo, en una escuela, sino que están dedicándose a trabajar. Varios de ellos tienen un nivel de escritura bien detallado, o sea están entendiendo bien cómo funciona la escritura y cómo utilizarla para ellos mismos. Y no al revés. En general, manejan la escritura para lo que les sirve, para lo que ellos quieren hacer. Va a salir una generación de varios compositores curiosos por hacer cosas nuevas, y ya manejando la escritura”.
Revise la noticia del premio aquí.
14-08- 2020 Información periodística: Romina de la Sotta Donoso | Extensión IMUC.
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